Hace un tiempo mi prima Lili ligó con un chico que tenía todos los puntos para ser un “buen partido”: atractivo, con grandes habilidades sociales y un buen trabajo.

Se llevaban muy bien y todo parecía progresar de manera tranquila y sana hasta el día en que él, sin previo aviso, le echó un jarro de agua fría a la relación y la apartó de su lado. A ella le llevó un tiempo entender qué estaba pasando hasta que él la “dejó” volver a acercarse. Este ciclo se repitió unas cuantas veces, así que algo hizo click en la cabeza de Lili, a lo mejor era un tipo tóxico, por lo que sacó la conversación desagradable. Aunque él admitió que la mayoría de las veces no se daba cuenta de tratarla de esa manera, también admitió que su percepción era cierta y entonces le presentó a sus demonios.

Por ir abreviando, le contó que su cabeza estaba llena de pequeñas criaturas que gritaban fuerte y que hacían difícil llevar una vida ordenada y fácil. Como él no quería ir a terapia, había desarrollado un sistema para lidiar con ellas que consistía en ser un adicto al trabajo sin tiempo libre para escuchar el ruido y bloquearse emocionalmente para no sentir el dolor que le recordaban las voces.

Desde afuera, había triunfado en la vida. Desde dentro, sufría como un perro. “Pero contigo”, le dijo, “es distinto, me siento seguro y cómodo, por lo que me permito desbloquearme hasta un punto en que ya no aguanto más porque los vas a oír. Entonces te aparto.”

Como ella creía que amar es proporcionar lo mejor a la persona que amamos, entendió que tenía que alejarse. Amistad, buena comunicación, buen sexo y una compañía agradable no eran suficientes para superar un asunto difícil que estaba interfiriendo fuertemente con la relación y que sólo él podía acometer.

Si te sientes emocionalmente dependiente de alguien con quien sabes que no deberías estar, puedes empezar escribiendo sus pros y sus contras para ver qué pesa más.