Hace tiempo que no actualizo este blog con un post nuevo, a pesar de la «necesidad» de hacerlo para dar a conocer, sobre todo, cómo se trabaja en MADEJA. Para una libra volátil como yo adquirir hábitos y rutinas es un pequeño suplicio contra el que lucho a diario pues la monotonía me aplasta y me quita toda la motivación. Seguramente por eso mi trabajo me apasiona, pues cada día es una aventura. Cada persona que se acerca a la consulta o al café con el que arrancamos es un capítulo nuevo en un libro que huele a nuevo y a historias por descubrir. Creo que parte de nuestros buenos resultados se deben a esta curiosidad innata por la narración y a una escucha verdadera y activa.
Otro factor de éxito creo que es la ausencia de un método estándar. Sí es cierto que el proceso de recuperación tiene unas tres partes principales, que serían escucha – análisis – propuesta de soluciones, más o menos. Pero como no hay dos personas iguales no hay dos itinerarios iguales, ya que son absolutamente personalizados y adaptados a la realidad vital de la persona en ese momento.
Otro punto esencial es el seguimiento. ¿Quién no ha tenido un profesor que mandaba deberes y después se olvidaba de corregirlos? Imagino que a quien no los hacía le venía muy bien, pero a quienes nos tomábamos la molestia de llevarlos hechos nos fastidiaba esta especie de no tenernos en cuenta, o así es como lo recuerdo. En la consulta de Madeja en cada sesión repasamos los compromisos adquiridos y valoramos positivamente tanto lo que se consigue como lo que no se consigue. ¿Por qué?
Si alguien que está en un momento de atasco vital se compromete con una tarea y la realiza, significa que ha conseguido dar un paso hacia un estado de mejoría. Pero si no consigue dar ese paso sabremos que sus expectativas de recuperación estaban por encima de sus posibilidades reales, y eso también supone un avance terapéutico porque podremos adaptar mejor el proceso de la capacidad de evolución personal. Como veis, todo son buenas noticias.
Celebrar cada pequeño gran triunfo y conseguir que la persona no se abandone es vital para fidelizar la relación de confianza entre terapeuta y clientela y para acompañar desde la cercanía, la personalización y el aliento constante.
Y a ti, ¿te cuesta cumplir tus objetivos? ¡Quizá sean demasiado ambiciosos!