Perder peso, uno de los máximos deseos de las sociedades occidentales contemporáneas, controlar nuestros cuerpos a través de la dieta y el ejercicio para conseguir ese estado de perfección efímera. Como la nutrición y el cuerpo será un tema habitual en este blog, el post de hoy está dedicado al rol emocional de la acumulación de grasa.
Normalmente, viene de un estilo de vida inadecuado debido a la desconexión entre el cuerpo y el espíritu. Este patrón no nos permite ver más allá de ese pequeño sobrepeso, ese rollo en nuestra barrica que estropea cómo nos queda el vestido o los pantalones incómodos que aprietan nuestra cintura. Pero ¿alguna vez nos hemos preguntado qué función tiene en nuestros cuerpos?
La grasa es una protección material para nuestros órganos internos. Acumulamos grasa cuando intentamos protegernos, cuando necesitamos establecer una barrera física entre nosotros y lo que nos hace daño. Eso nos lleva a adoptar hábitos inadecuados y la grasa empieza a acumularse en la parte del cuerpo que necesita ser protegida.
Restringirse, forzarse sin llegar al fondo del problema no nos hará cambiar. Conocer nuestra necesidad de comer aquello que daña nuestro cuerpo físico o mental es la base fundamental para llevar una vida plena, libre de dolencias y enfermedades.